Comentario

El poemario de María Nélida Mendoza presenta una gama de diversos matices que se mezclan en una unidad en la diferencia de sus elementos: la naturaleza y el cosmos que invitan al ser humano a dirigir su mirada hacia otros rumbos para que pueda encontrar remansos de paz, alegría y esperanza en su duro peregrinar; la vida como ciclo que repite la búsqueda del ser humano por el ser humano; la constante huida del presente al pasado.

Su pluma vuela con el recuerdo a su amada Colombia para cantar el clamor de la patria, sus costumbres y su historia grabadas en el más profundo sentir del pueblo: “La cumbia me huele a india / ...a negro / ... a España / ...a mar / ...me sabe a coco /... a maracuyá /” en “Tanto me duele la Cumbia”. Por otro lado, la poesía dirigida a la patria es un reclamo constante: es el grito de la tierra que reclama paz, que está cansada de sembrar ilusiones y esperanzas que no dan fruto.

En su poesía se atisba graciosamente un humor sutil que tiene mucho de realidad en “Mi lecho”: “Cuando estoy tarde me llama: /¿Por qué no vienes pronto a tu lecho? / Y cuando estoy lejos, desesperado me grita: / Ven aunque tu corazón esté desecho/”; también el humor se nota en las reminiscencias nostálgicas que recogen el sabor de los antojitos y el mecato del terruño colombiano en “Delicias de mi tierra”: “Pandequeso... mmm...empanadas/ cuajada... mmm...cocadas/ arequipe...mmm...almojábanas/marañón… mmm...guanábanas/ buñuelos........ mmm...pandeyucas/ alfajores….mmm….natilla y cucas.”

Los deseos de libertad individual y colectiva son una constante en su poesía, “Anhelos locos de ser viento, de tener alas / anhelos de ser radiante mariposa /”. Hay también un toque de solidaridad con el dolor de la raza indígena americana que ha sido despojada de sus costumbres, de su suelo, de su identidad de pueblo: “Raza olvidada en vasijas de barro, / joyas doradas / y tejidos de alpaca…” Poesía que invita, desafía a la raza indígena a la lucha, a buscar dentro de sí misma la nobleza y el empuje que en otrora la hicieron majestuosa: “¡Cura tus propias heridas, / arranca las cadenas de tu prisión, levántate y recoge tus alas; / vuela...vuela muy alto / como el águila y el cóndor...”

En “Caminante” se refleja también un toque de universalidad al darle voz al que no tiene voz, al que sufre en cualquier parte del mundo: “-Caminante, ¿adónde vas y quién eres? / --No lo sé, voy hasta el fin del mundo, / siempre voy sin rumbo”. En el poema “Confesión de una afgana” la voz del yo poético enuncia la injusticia cometida contra las mujeres que no se les ha permitido ser autónomas y se les han negado muchos derechos como seres humanos.

Rosa Aliria Gómez, MA en Español
Queensborough Community College, New York