“La poesía no es de nadie: se hace entre todos”
Lautréamont
Los libros de poemas tienen algo de arbitrario, ya sea por parte del editor o del autor. Los editores buscan usualmente presentar los poemas más logrados en la trayectoria de un autor, consagran sus logros pasados y ven en el pasado el germen del éxito presente. Los poemas de esta antología, alteran el rumbo usual, esta antología es un comienzo, la primera publicación de María Nélida Mendoza: CANTARES DE UN ALMA GITANA.
Los autores, por su parte, buscan con ilusión un lugar en el tiempo. Sus versos, algunas veces profundamente personales-- otras elocuentes, sensuales o nostálgicos-- buscan equilibrar en el tiempo sus obsesiones interiores con la mirada contemplativa del poeta. Para ellos, nada tiene más mérito que expresar esa pasión interior que los acerca a la palabra poética. Acertados o ilusos, buscan en la poesía la salvación de toda tragedia o hacen de ella un canto al gozo, al amor, al hombre o a la naturaleza. Toca al paso del tiempo, a sus lectores y al consentimiento de la crítica, establecer la morada que cada autor se gana con la palabra, con su palabra poética.
He hablado de la arbitrariedad en cuanto a la selección de temas y textos por parte de editores y poetas, debo también señalar este aspecto en el trabajo de los críticos, es decir, los especialistas en el análisis de textos literarios. La poesía es una invitación a sentir, a compartir, es por lo tanto una comunión. Los críticos escogen, también arbitrariamente, lo que consideran memorable en la voz de un autor. En ocasiones reconocen sus obsesiones y preocupaciones en la voz del poeta: erotismo, sensualidad, el dolor de los olvidados, una invocación de justicia social. Otras veces recorren en sus versos espacios conocidos y reviven experiencias similares. Por lo mismo, la poesía se convierte en un recorrido doble en el que los lectores seleccionan los versos con los que más se identifican y descartan lo demás. En este breve prólogo dejo que afloren los versos, en mi opinión, más significativos, de esta colección de poemas.
El título del poemario-- CANTARES DE UN ALMA GITANA -- es apropiado, una colección de cincuenta poemas, escritos aquí y allí— California, Pennsylvania, Washington, New Jersey, New York y Colombia. Meditaciones, reflexiones y sondeos que surgen en una pluralidad de espacios. Poemas escritos (según las fechas señaladas por la autora) en un transcurso de tres décadas, y de temas muy variados: amor, nostalgia y añoranza de la tierra natal, maternidad frustrada, consciencia social, recuerdos de la infancia, desengaño, dolor frente a los fallos de la historia, identificación con los desposeídos, entre otros.
La impresión que deja esta colección de poemas es la de una peregrinación, una búsqueda, pero ¿de qué o de quién?: “-caminante, ¿adónde vas y quién eres?/ No lo sé, voy hasta el fin del mundo, /siempre voy sin rumbo/ Caminante de dónde vienes/ no lo sé, vengo de allá donde todo muere”. Al tomar conciencia de sus palabras, la autora se acerca a la conciencia de sí misma y “ese mismo lenguaje, que es la única conciencia del poeta, lo impulsa fatalmente a convertirse en conciencia de su pueblo” (Paz, 1987:70). Acto que en la poesía de María Nélida Mendoza culmina en la identificación con el otro, con los otros: “soy hermano de todos los pobres/ que buscan el amparo y el amor; /soy un caminante sin destino, soy el alma de sus cirios/ que se va apagando/con las gotas del rocío”.
La lengua es un reflejo de la cultura, y la cultura es el conjunto de experiencias que, en este caso, dan cohesión a los poemas biográficos de la autora. Encontramos alusiones al lugar de origen: “Cuesta abajo voy cantando/ las alegrías de mi pueblo, /cuesta arriba voy llorando /las tristezas de mi pueblo”. Por sus versos desfilan familiares, la abuela, el hermano, el tío: “Abuelita”, “Este no es un adiós”, “El burlador de la muerte”. Surgen también, hermosos recuerdos de la infancia, pequeñas eclosiones de sabores y formas: “Sabores de mi infancia/ endulzan mis recuerdos/ y con mi imaginación vuelo, / naufragando en un mar de natas/ a las tiendas del recreo/ […] Me invaden los recuerdos/ con sus formas redondas, / enroscadas y alunadas/ y con sus sabores sensuales y sus aromas fragantes”.
La poesía es expresión, emoción que aflora y codifica en el lenguaje nuestras obsesiones y más íntimas sensaciones. No podía faltar la experiencia del amor sensual asociado a la naturaleza, y expresado como gozo de sentir y de percibir: “! Hueles a maní tostado/ Y a grano dorado del cafetal /m…m… m…m…hueles a tierra fresca/ a maíz rayado junto al manantial, / y a cáscara verde del platanal!”. Experiencias amorosas que dejan huellas profundas-- “desde aquel día, seguí bailando/ el baile de las diosas hechizado”-- y desengaños ante un futuro que se esfuma: “sólo susurros de amor allá muy lejos/son las cenizas para siempre sepultadas”.
La poesía expresa aspectos físicos y psicológicos de la identidad de un autor. Las palabras de la poeta nos revelan su agonía mental y física ante la imposibilidad de ser madre y de continuar la herencia ancestral que se extingue y termina: “Amor de madre herido/ sin raza, sin rumbo, /sin herencia, sin sentido, / por muchos humillado, /amor acechado y perseguido,/ traicionado y castigado,/injustamente por Dios”.
En los versos de Cantares de un Alma Gitana aparece también el descontento ante la persistencia de situaciones sociopolíticas degradantes: “cómo he de callar / el dolor de mi enlutada nación”. En “Ya no eres la misma tierra mía”, testimonio conmovedor de la crisis de la Colombia moderna, la autora señala los efectos de la devastación en su tierra natal: “Una bandera herida/ que de pena va gritando: / Piedad, Paz en esta vida/ Pero Dios no la escucha/ y como si fuese una expiación/el pueblo entero va llorando”. La crueldad recurrente en la historia asoma a los versos de algunos poemas como el que se titula “Raza india”: Raza sacrificada,/de gritos perdidos/ que vagas solitaria/ en el universo;/ Raza de lamentos/que vuelas sin alas”.
Algunos versos de este poemario reflejan las injusticias de la historia y acercan la voz poética a otras denuncias que han marcado las páginas del realismo socialista y de la literatura comprometida: “Ahora ya no son hijos ni del maíz, / porque no tienen tierra para cultivar, / ni tortillas para hornear/ y calmar el hambre de sus crías”. Otros poemas subrayan el carácter hispanoamericano de su poesía: “El sombrero de Ecuador”, “Los hijos del maíz y el sol” y el aspecto pluricultural de las sociedades latinoamericanas al referirse a su Colombia natal en el poema “A cuestas”: “Mezcla de tres culturas, antes, pueblo alegre y luchador/ fundado con la magia de la india, /abrazado con la fuerza de la negra/y coronado con el orgullo de la blanca”.
Lo que separan mares y montañas, zonas geográficas distantes y continentes, lo acerca la poesía. Hay varios poemas de temas muy diversos, reflexiones y respuestas a impresiones de la autora ante eventos cercanos y situaciones que sacuden al mundo. Estos nos recuerdan que el dolor y la poesía son universales: “Con los ojos de mi hermana en Nueva York” o en el que se titula: “Confesión de una afgana”. Dejo al lector la tarea de explorar éstos y otros poemas que el límite de este breve prólogo no me permite desarrollar. A fin de cuentas, “la significación de la poesía, si alguna tiene, no está ni en los juicios del crítico ni en las opiniones del poeta. La significación es cambiante y momentánea: brota del encuentro entre el poema y el lector” (Paz, 1987:66). Antes de finalizar este breve texto, quiero dejar constancia de mi agradecimiento a María Nélida Mendoza, quien solicitó con entusiasmo y amistad el prólogo que para este libro escribo.
L. Iliana Underwood-Holbrook, Ph.D.
Modern Languages and Literatures
California State University, Hayward
1987 Paz Octavio, “El lenguaje de López Velarde” en México en la obra de Octavio Paz: Generaciones y semblanzas, modernistas y modernos, 5. México:
Fondo de Cultura Económica, p.70
1987 Paz Octavio, “Poesía en Movimiento” en México en la obra de Octavio Paz: Generaciones y semblanzas, literatura contemporánea, 6. México:
Fondo de Cultura Económica, p.66